Se trata de un festejo único y original que se celebra el sábado siguiente al Domingo de Resurrección. Junto con el Bando, es la otra fiesta grande de Murcia. El Entierro es la victoria de don Carnal sobre doña Cuaresma, es una fiesta pagana, de la mitología y del fuego, y es una noche mágica de visita obligada a la ciudad.
El origen del Entierro de la Sardina se remonta a mediados del siglo XIX, cuando un grupo de estudiantes de Madrid, que se reunían en la rebotica de la Farmacia de San Antón, decidieron formar un cortejo fúnebre presidido por una sardina, que simboliza el ayuno y la abstinencia, queriendo revivir el festejo carnavalesco que se celebraba en Madrid el Miércoles de Ceniza. Tal vez, lo que nunca pensaron es en las inmensas proporciones y popularidad que, andando el tiempo, llegaría a tener esta fiesta.
La organización del festejo corre a cargo de los "Grupos Sardineros", que durante los días previos animan extraordinariamente la ciudad con sus pasacalles. En particular el sábado por la mañana, en el bulevar de Alfonso X el Sabio, en la que tiene lugar una multitudinaria e informal cabalgata.
La noche previa al desfile "Doña Sardina", encarnada en una mujer -normalmente perteneciente al gremio del periodismo-, que ha sido elegida por los Sardineros, lee el Testamento de la Sardina desde el balcón del Ayuntamiento, haciendo alusión en clave de humor a hechos y personajes de la vida pública.
El desfile consta de dos partes diferenciadas; una cabecera con charangas, comparsas, grupos de animación de lo más variopinto, el dragón articulado, gigantes y cabezudos; y una segunda parte integrada por carrozas dedicadas a los dioses del Olimpo que, adornadas con motivos alusivos, acompañan a la sardina hasta su quema junto al Ayuntamiento. Desde las carrozas se reparten miles de juguetes, de todas las clases imaginables, entre los que destaca el pito que todo el mundo toca sin descanso.
Fuegos artificiales, música, charangas, comparsas, carrozas, juguetes, grupos de carnaval, hachoneros, concierto de pitos… todo ello aderezado formando un loco entierro en una noche absolutamente mágica, en la que todo el mundo sin distinción pugna por conseguir un juguete.
Finalmente, la sardina es quemada en un fuego purificador bajo un cielo primaveral encendido por el impresionante espectáculo de fuegos artificiales.
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